sábado, 27 de diciembre de 2008

DOCUMENTO: SOBRE LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA / CLAVES MÁGICAS DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

FERNANDO RODRÍGUEZ SOSA (Cuba).
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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SOBRE LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA / CLAVES MÁGICAS DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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Recuerdo ahora que hace casi veinte años, cada domingo al filo del mediodía, en un claro del monte a varios kilómetros del centro de la capital, se reunían un poeta y una trovadora, en la Peña de Los Juglares del Parque Lenin, para, junto a amigos ya conocidos y a otros por conocer, contar y cantar a la verdad, al amor y a la esperanza. Nunca me hubiera podido imaginar entonces que, mucho tiempo después, se publicaría un libro que recoge la experiencia iniciada en esa época, y enriquecida a lo largo de estas décadas, por el principal animador de aquellos hermosos encuentros.

De lo que sí estaba seguro en ese lejano año 1975 era de que allí, bajo la sombra de las yagrumas y saludado por el canto de los sinsontes, se gestaba un inusual movimiento cultural, que, más tarde o más temprano, vendría a revolucionar el antiguo arte de narrar. Y tenía tal certeza por dos poderosas razones. La primera, pues era fácil advertir cómo el obrero y el pintor, el maestro y el escritor, el ingeniero y el bailarín, quedaban como hechizados ante el misterio de la palabra. La segunda, quizás la más importante, pues ya conocía del talento, la audacia y el tesón de Francisco Garzón Céspedes.

Porque nadie se llame a engaño: el Movimiento Iberoamericano de Narración Oral Escénica y su Cátedra Iberoamericana Itinerante, que hoy son una realidad, pudieron nacer, llegar hasta aquí y avanzar hacia el mañana, gracias al talento, la audacia y el tesón de este hombre que ha sabido vencer montañas y fundar sueños.

Periodista, poeta, hombre de teatro, actor, editor, investigador, con más de una veintena de libros publicados, Garzón Céspedes, como los juglares medievales, ha ido por plazas y escenarios, primero de gran parte de esta América nuestra y después de la Península Ibérica, para contar cuentos, ofrecer talleres y seminarios, organizar muestras y festivales, agrupar a quienes quisieran seguirlo y poder así conformar un movimiento de sólido prestigio internacional.

Lo mismo en Ciudad México que en Caracas, en La Habana que en Madrid, él ha luchado por rescatar y enaltecer un ejercicio poético presente en todas las culturas, acto de ensoñación, de lealtad, de belleza, de transparencia... No ha olvidado, para lograrlo, la huella dejada por el chamán americano y el griot africano, como tampoco la acción de hoy del cuentero comunitario y del narrador de la corriente escandinava. Con las enseñanzas de todos, y a partir de sus propias observaciones y su práctica, ha podido concluir que la narración oral es, en esencia, (oral) escénica. Opinión que, indudablemente, ha venido a cambiar, de manera sustancial, el enfoque que, hasta ahora, se le daba a tan milenario arte.

A su magisterio se han unido hombres y mujeres de las más diversas profesiones y oficios. Se ha integrado, de esta forma, un Movimiento Iberoamericano, con representaciones nacionales en varios de los países del área, con un programa de actuaciones y hasta con la concesión anual del Premio Chamán –en distintas categorías– a sus más destacados exponentes. Se han agrupado, así, médicos, antropólogos, actores, profesores..., para quienes contar, más que un placer, es una necesidad de comunicación. De ahí que ellos cuenten sus propias historias, o las historias ajenas, con el afán, en última instancia, de salvar, en los albores de un nuevo siglo, el casi perdido don de la oralidad del ser humano.

Una de las más fehacientes pruebas de la validez de las teorías de Garzón Céspedes es El arte (oral) escénico de contar cuentos, publicado, en 1991, por la madrileña editorial Frakson, en su colección La Biblioteca Encantada de Juan Tamariz, con prólogo del propio Tamariz.

No cometeré la torpeza, por supuesto, de descubrirles íntegramente el contenido de esta obra. En parte, porque ello sería como develar públicamente un secreto y, en parte también, porque –tal y como anuncia su propio autor– "este es un libro de claves mágicas. Unas descifradas. Otras por descifrar". Sí quisiera, sin embargo, anotar aquello que me parece de insoslayable conocimiento para el lector que llegue al encuentro de este volumen.

Todo lo hallará en este libro quien se interese por aprender, y aprehender, acerca de la narración oral escénica. Dividido en seis secciones, la primera de ellas se dedica a estudiarla a profundidad. Se parte, en principio, de señalar las múltiples definiciones que pueden existir de la narración oral –cito la primera consignada en el texto: "la narración oral es una conducta expresiva (expresivo comunicadora) del ser humano transformada en arte, que tiene su origen en la necesidad humana de dialogar, en la práctica tan cercana de la conversación y en el ámbito íntimo que la propicia y que la define"–, para después pasar a explicar, y fundamentar, el nacimiento y las características de un nuevo arte. Porque, como argumenta Garzón Céspedes: “Que toda la narración oral no es escénica, y de allí la necesidad de añadir este término en los últimos años a nuestro Movimiento, también resulta evidente, aunque elementos escénicos puedan estar en todo acto narrativo oral, no así una conciencia, una intención, una preparación, una práctica y una maestría (oral) escénica –mucho menos definidas como tales.”

El lector podrá conocer, en este primer capítulo, desde las diferencias entre la narración oral escénica y el teatro hasta la técnica que alguien debe emplear para utilizar esta forma expresivo-comunicacional. Sin dudas, en estas páginas iniciales late el corazón del volumen. Toda la fundamentación teórico-práctica presentada resulta de imprescindible conocimiento no sólo para el narrador oral sino, incluso, para el público potencial. Porque, como reza uno de los principios de este arte, "el narrador oral narra con el público y no para el público", pues “convoca al público como interlocutor, tanto porque el público debe imaginar el cuento dándole vida en su interior a personajes y situaciones que les son sugeridos, pero que debe completar; tanto porque sus respuestas verbales, vocales y no verbales forman parte de la totalidad del proceso, como porque serán percibidas, valoradas e incorporadas al resultado por el narrador. El público es influido, pero influye esencialmente.”

Se equivoca quien piense que sólo se podrá buscar en esta obra los consejos técnicos necesarios sobre la narración oral escénica. También se han incluido otros materiales que permiten ampliar la visión del asunto objeto de estudio.

Bajo el título "Conversaciones", por ejemplo, se antologan varias entrevistas –algunas inéditas– realizadas a Garzón Céspedes en la última década, las cuales sirven para entender, como un proceso en evolución, sus ideas sobre el tema.

Asimismo, se incluyen documentos relacionados con la historia del movimiento –entre ellos la sustentación de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica–, cartas y testimonios que acreditan su alcance y hasta textos de ficción.

De estos últimos, transcribo el cuento hiperbreve "La confianza", por lo breve pero ingenioso de su mensaje poético:

“Cuando al narrador oral, a golpes de la vida, que no del oficio, comenzó a faltarle la confianza, murió de posibles.”

Esta obra es uno y muchos libros a la vez, como una y muchas a la vez son las enseñanzas que atesoran sus páginas. Así lo asegura el mago Juan Tamariz, en uno de los dos pequeños "prologuillos" que anteceden el texto, al afirmar que es "autobiográfico a veces, de aventuras continuamente, teórico y analítico las más, histórico en su conjunto, y de ficción en sus últimos capítulos". De ahí que, concluye, “cualquiera que se interese por una aventura personal extraordinaria, o por las artes escénicas, o por la magia de los cuentos, o por la poesía, la ternura y el amor, hará bien en respirar hondo (...) para zambullirse de lleno en el mundo nuevo, que nos trae este poeta cubano (del nuevo mundo), en los entresijos del nuevo Arte de la Narración (Oral) Escénica de Cuentos.

Los seguidores de la narración oral escénica pueden consultar otros dos libros referidos a la temática. Uno, Los juglares y la peña del amor de todos (Editorial Orbe, La Habana, 1979), selección de artículos y ensayos de varios autores, quienes recrean la experiencia de Garzón Céspedes en el Parque Lenin hace diecisiete años, génesis del actual Movimiento Iberoamericano. El otro, Cuentos que cuento en la Peña (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1988), antología realizada por el propio creador y dedicada a presentar un muestrario de las narraciones incorporadas a su repertorio en las últimas décadas. Ambos, junto a El arte (oral) escénico de contar cuentos, constituyen una fuente obligada de referencia, tanto para el narrador oral como para quien quiera conocer el hechizo de este arte.

"Un libro –escribió José Martí–, aunque sea de mente ajena, parece cosa como nacida de uno mismo, y se siente uno como mejorado y agrandado con cada libro nuevo". Palabras sabias, que bien sirven para caracterizar esta obra. Los invito, pues, a leer El arte (oral) escénico de contar cuentos, síntesis de la sabiduría y la experiencia de quien ha rescatado, renovado y enriquecido el antiguo arte de narrar. Un libro, se los aseguro, que no los defraudará. En buena medida, porque tal parece, y permítanme citar otra vez al Héroe Nacional cubano, que en sus páginas lleva acuñado el corazón de su autor, el grande y generoso corazón de Francisco Garzón Céspedes.
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Palabras de Fernando Rodríguez Sosa, crítico y periodista, para presentar el libro de Francisco Garzón Céspedes “El arte (oral) escénico de contar cuentos” pronunciadas el 7 de marzo de 1992 en la Sala “Antonin Artaud” del Gran Teatro de La Habana, Cuba.
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martes, 9 de diciembre de 2008

DOCUMENTO: CONTAR ES SER

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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CONTAR ES SER
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Contar es comunicación.
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Contar con todos es ser en la comunicación con los otros. Ser como uno es con uno mismo, compartir lo mejor de uno mismo.
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Contar es acto de amor colectivo.
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Decían ya hace siglos los primeros: Lo más importante es ser.
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Y esa sola palabra define el sentido de la vida. Tal es su verdad. Tal es su fuerza.
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Y qué difícil es ser. Qué batalla contra nuestros propios temores, contra nuestras propias barreras, contra nuestras incapacidades. Y contra los errores, prejuicios, fronteras y miedos de los otros.
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Tan difícil como ser, resulta el darse a cada momento como uno es.
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Cuánto dejamos de compartir por no ser capaces de decir: Así somos.
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Cuánto dejamos de compartir por no arriesgarnos al rechazo o a la incomunicación. Cuando la mayor incomunicación es la de no mostrarnos tal como somos, la de no saber si podemos reconocernos en quien nos acompaña; e incluso, la de no exigir ser aceptados como somos y a la vez aceptar a los demás como son -siempre que su modo de ser no signifique estar en las filas de la reacción y la muerte.
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Todo acto de amor es limpia vida. Toda comunicación amorosa reafirma el universo.
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Cómo se puede creer en el acto de contar, si uno no cree en el ser humano.
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Cómo se puede creer en el ser humano, si no se cree primero en uno mismo. Si uno no se fortalece en su relación con los otros y si uno no es capaz de encontrar entre los otros la generosidad y la confianza, el amor y la entrega, que, desde uno, se reconoce en aquellos que en idéntica reafirmación y búsqueda, construyen. No en estado de gracia, sino en toma de conciencia. No en la perfección del espejismo, sino en la imperfección que lucha por ser mejor y por mejorar, humilde pero esforzadamente, el mundo.
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Me duele la desconfianza porque muchas veces es inseguridad de quienes me rodean. O desconocimiento. Me entristece el egoísmo, y la mezquindad, porque muchas veces son desgarramiento y sobrevivencia en quienes los proyectan.
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No conozco casi otro sentimiento tan terrible como la conmiseración. Y sin embargo, a veces para no odiar, para comprender, para tocar fondo, termino siendo conmiserativo. Sobre todo si creo que existe una mínima esperanza de transformación en ese ser humano que me despierta conmiseración. Hablo de los que crecen menos, de los que necesitan ascender hacia la verdad, que es vida compartida y es batalla por crear desde el amor. Por contar desde el amor.
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Somos responsables por todo.
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La narración oral es transparente.
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Palabras de Francisco Garzón Céspedes, de 1981, reescritas en 1990, y leídas en la Inauguración del Cuarto Encuentro Teórico Iberoamericano de Narración Oral Escénica, España, 1992.
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